La Culina

Pilar Tomás Aznar
Profesora de Latín
I.E.S. "J. M. Blecua" Zaragoza

Había un proverbio que decía:
"Baño, vino y Venus desgastan el cuerpo, pero son la verdadera vida".

 

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La Cesta de la compra

La comida

Los banquetes

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Había un tiempo para cada cosa, y el placer no era menos legítimo que la virtud; para decirlo con una imagen entre las representaciones predilectas estaba la de Hércules en sus momentos de debilidad, hilando a los pies de su amante Onfale o bien borracho como una cuba, sosteniéndose apenas, la mirada extraviada, el semblante risueño.

 

 

 

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LA CESTA DE LA COMPRA

En el mercado, por un puñado de sestercios, habríamos llenado nuestra cesta de la compra de apios, nabos, espárragos, setas, coles, lechugas, cebollas, puerros, alcachofas... No habríamos podido adquirir productos tan habituales hoy en día como las patatas y los tomates, no porque fueran muy caros sino porque no se conocían. Por unos cuantos sestercios mas, los buenos "gourmets" habrían incluido en su cesta productos regionales: Puerros de Ostia, cardos de España, fruta del Piecnum, pero unas ostras del Circeo o unos erizos del mar del cabo Miseno, los habrían dejado sin blanca. Todos estos manjares se preparaban con aceite, hervidos, asados o fritos.

En tiempos de Cesar la gastronomía aun esta en sus comienzos y sigue los pasos de la griega. El célebre libro de cocina del romano Apicio, De re coquinaria es de la época de Tiberio, es decir, de la primera mitad del siglo I d.c. Como a todo buen romano de entonces te habrían encantado las "Tetillas de cerda" o el "Jamón con panecillos de pasas" que figuran entre sus "Platos exquisitos".

 

 

 

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LAS COMIDAS

No podemos silenciar este aspecto de la comida romana, puesto que las diversiones, los pasatiempos inútiles, las fruslerías de la vida ocuparon en algún tiempo una gran parte de la existencia de la mayoría de los romanos.

A la antigua austeridad y virtud, fruto de la pobreza y del trabajo continuo siguió la opulencia de un pueblo que acumulo todas las riquezas de la tierra y no supo administrarlas en la ordenación de un lujo noble y culto, como exigía una sana civilización.

En las comidas como en toda la vida romana, es muy notable la evolución de las costumbres. Hay un largo tiempo en que la austeridad romana no conocía mas que los alimentos más sencillos, la tierra les ofrecía espontáneamente la comida, dice Ciceron: "¿Qué perversidad tan grande hay en los hombres que siguen comiendo bellotas aun después de haber hallado los cereales?"

Las comidas de los romanos consistían principalmente en cereales, legumbres y hortalizas juntamente con la leche y los huevos.

Receta:

CLXII. salsura pernarum et ofellae Puteolanae. Pernas sallire sic oprtet in dolio aut in seria. Cum pernas emeris, ungulas earum praecidito, salis Romaniensis moliti in singulas semodiios. In fundo dolii aut seriae sale sternito, deinde pernam ponito. Cutis deosum spectet. Sale obruito totam..deinde alteram insuper ponito.eodem modo obruito. Caveto ne caro carnem tangat. Ita omnes obruito. Ubi iam omnes conposueris.Sale insuper obrue, ne caro appareat: aequale facito. Ubi iam dies quinqye in sale fuerint. Eximito omnis cum suo sale. Quae tum summae fuerint.Imas facito eodemque modo obruito et conponito. Post dies omnino XII pernas eximito et salem omnem detergeto et susoendito in vento biduum.Die tertio extergeto spongea bene, perunguito oleo, suspendito in fumo biduum,. Tertio die demito. Perungito oleo et aceto conmixto. Suspendito in carnario. Nec tinia nec uermes tanget.

E M. Porci Catonis De agri cultura libro

 

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Los Banquetes

El recinto amurallado es una garantía de civilidad; el banquete, su ceremonia, porque el banquete en todas sus modalidades, es la circunstancia en que el hombre privado saborea su propia existencia y se la muestra verídicamente a sus iguales.

El banquete era todo un arte. Los modales de mesa parecen haber sido menos cultivados y haber estado codificados menos rigurosamente que entre nosotros. En cambio se comía con clientes y amigos de todas las categorías, hasta el punto de que las precedencias se observaban con todo el rigor en la distribución de los lechos de mesa, en torno al velador que sostenía las bandejas de manjares. No había festín sin lechos, ni siquiera entre los pobres: solo se come sentado en las comidas ordinarias.

La cocina nos parecería unas veces oriental y otras medieval. Está muy condimentada, y las salsas complicadas la vuelven pesada. La parte más delicada de la comida es la segunda en la que se bebe sin comer, constituye el banquete propiamente dicho, es algo más que un festín, una pequeña fiesta donde se trata de que cada uno mantenga su personaje. Como señal festiva los comensales llevan sombreros de flores o coronas y están perfumados, es decir untados con aceite, los banquetes eran untuosos y brillantes como lo eran también las noches de amor.

El banquete era mucho más que un banquete, y se esperaba que las conversaciones giraran en torno a consideraciones generales, temas elevados y descargos de conciencia, es una manifestación social tanto y más que una ocasión para los placeres del vino y por eso precisamente da lugar a todo un género literario, el del "banquete", en que gente culta, filósofos o eruditos, abordan temas de alta cultura. "Beber" designaba entonces los placeres de la mundanidad, de la cultura, en ocasiones los encantos de la amistad; por eso hubo pensadores y poetas que pudieron filosofar sobre el vino.


"In vino veritas".


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http://www.economia.unibo.it/dipartim/stoant/rassegna1/soggetti.html#StRom
http://www-personal.umich.edu/~pfoss/hgender.html#g50
hz225wu@unidui.uni-duisburg.de (Micaela Pantke)

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