Aunque ya hemos visto la presencia de algunos alimentos característicos de la época, son los bodegones un género de pintura que nos muestra con más detalle lo que se consideraban manjares deseados y que no faltaban en ningún menú de la monarquía o la nobleza (salvo cuando los caudales de una u otra andaban harto menguados y sólo se podían disfrutar en algunos banquetes especiales). Los bodegones de Sánchez Cotán, de F. Ramírez, de A. Loarte o de M. Cerezo nos muestran cantidad de verduras, frutas, carnes variadas (vacuno, cordero, caza, aves), pescado y por supuesto el vino.
J. Sánchez Cotán: "Bodegón", 1602 F. Ramírez: "Bodegón", 1628
El naturalismo con que trata Zurbarán los limones y las naranjas situados sobre una mesa oscura ante un fondo aún más oscuro en este bodegón, al que se une la delicadeza de la inclusión de ramitos de azahar y de la taza con la rosa, difiere considerablemente de los cuadros anteriores en los que prima más la cruda exposición de todo tipo de viandas.
La composición equilibrada está centrada por las naranjas en su cestillo y la iluminación subraya la rotundidad de las formas y las diferentes texturas de frutas y objetos. A todo el conjunto se le podría añadir una interpretación simbólica que explicaría la delicadeza indicada: J. Gállego ha señalado que el agua de la taza (que simboliza pureza), la rosa ( el amor) y la naranja y el azahar (la castidad) podrían llevarnos a deducir un valor alégorico mariano.