Flora Devesa Barral
Profesora de Francés
EOIde Burgos
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Todos los que se interesan por el arte o la cultura de la antigüedad egipcia se preguntan a quién debe atribuirse el mérito del auge actual de estos estudios. Cuando se consideran los inicios del conocimiento del arte egipcio debe nombrarse en seguida a alguien que no fue historiador ni tan sólo científico. El título de investigador es uno de los pocos que no se pueden conceder a Dominique Vivant Denon (Givry 1747- Paris 1825). Diplomático y artista, escribió obras teatrales y entre otras cosas organizó el gabinete de medallas y gemas de Madame de Pompadour. Protegido de Luis XV, trabó amistad con Voltaire y con el gran maestro de la pintura clásica, David, gracias a quien se salvó de la guillotina durante la Revolución. Poco después Denon gozó de la estima de Bonaparte y figuró entre los amigos más íntimos de su esposa Josefina. Cuando en 1798 Napoleón preparaba la campaña de Egipto, su naturaleza turbulenta y el atractivo de la aventura le llevaron a unirse al grupo de sabios que formaba parte de la expedición. Tenía entonces 51 años.
Para Bonaparte no se trataba sólo de una conquista militar, sino también de una expedición científica que debía estudiar diversos aspectos de Egipto. Por ello apeló a los sabios más eminentes, miembros del Instituto de Francia. Acompañaron al conquistador por todas partes, sin quejarse de las incomodidades de la vida militar y arriesgando a menudo sus vidas. Denon siguió a la división del general Desaix en su famosa marcha sobre Asuán, hasta la primera catarata del Nilo. Tomó muchas notas de la necrópolis de Gizeh e hizo varios esbozos del grupo de pirámides que desgraciadamente ya estaban despojadas de su revestimiento de piedra, la cual había servido para la construcción de las primeras mezquitas y de las murallas de la ciudadela de El Cairo. Exploró la célebre cámara funeraria del rey, en el interior de la pirámide de Keops, y describió la cabeza de la Esfinge, entonces casi completamente sepultada, definiéndola como dotada de rasgos dulces y serenos.
Científicos Franceses miden la Esfinge (dibujo de D.F. Denon)
Recorrió el inmenso cementerio de Saqqarah y bajo su dirección se descubrieron innumerables jarras conteniendo las momias de 500 ibis. A veces en plena batalla y bajo los proyectiles, describía, dibujaba cada ruina o templo que encontraba. Tomaba en consideración no sólo el aspecto general sino los detalles.
La rapidez de la marcha de Desaix y las incesantes escaramuzas de los mamelucos dificultaban su labor y a menudo le impedían quedarse más tiempo en los muchos lugares por los que pasaban. Describió cómo, a la vista del templo de Luxor, los soldados se detuvieron extasiados. En cambio, los colosos de Memnón le decepcionaron encontrándolos carentes de atractivo. Lo mismo sucedió en Karnac, donde la densidad de los templos en una superficie tan pequeña, le produjo un efecto de pompa teatral, recargada. Lamentó no haber tenido tiempo de visitar las tumbas del Valle de los Reyes. Los únicos templos que pudo dibujar fueron los de Esneh y Edfú.
En 1802 se publicó su espléndido álbum de grabados sobre los monumentos del Antiguo Egipto: "Viaje a través del Bajo y Alto Egipto". El libro de Denon fue para la ciencia contemporánea la revelación del arte y de la arquitectura del antiguo Egipto.
Entre 1809 y 1828 se publicó la célebre "Descripción de Egipto" en varios tomos. Representaba el fruto de largas búsquedas del equipo de sabios franceses que acompañaron a Bonaparte hasta las orillas del Nilo. Se trata de un importante complemento a la obra de Denon, aunque, en esta publicación oficial del Instituto de Francia, el arte del antiguo Egipto representa sólo una ínfima parte de la inmensa síntesis geográfica, zoológica, botánica y hasta etnográfica que intenta dar una imagen de Egipto en la época de la expedición de Bonaparte.
A pesar de que Denon no era un sabio, con sus bosquejos y sus observaciones suscitó en los medios cultos europeos un inmenso interés por el antiguo Egipto. Sin embargo la importancia del "descubrimiento" del arte egipcio por Vivant Denon a principios del siglo XIX hubiera quedado muy limitada sin la búsqueda paralela de Jean François Champollion, quien, en 1822, dio la primera interpretación de los jeroglíficos egipcios.
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Tan pronto como Egipto empezó a hablar por sí mismo, el relato de su historia quedó interrumpido por la intervención de vándalos insensatos. Toda Europa ardía en deseos de adquirir antigüedades egipcias. La herencia de los Faraones fue expoliada sin misericordia. Los fragmentos de arquitectura, las estatuas, las momias, los papiros y los objetos de las tumbas fueron a parar, al mayoreo, a museos y colecciones privadas. Lo que la arena seca había conservado durante siglos, pereció en segundos por la codicia y la premura humanas. Las autoridades egipcias se convencieron por fin de que debían proteger la menguante herencia de sus antepasados. En 1858, a instancias del excónsul Fernando de Lesseps (el mismo que más tarde abrió el canal de Suez), nombraron primer conservador de los monumentos egipcios a un experimentado arqueólogo francés, Auguste Mariette.
Con el apoyo del gobierno, Mariette logró poner fin al saqueo de tumbas y templos y gracias a él se echaron los cimientos del actual Museo de El Cairo, que alberga tantos tesoros del pasado.
Auguste Mariette (Boulogne-sur-mer 1821- El Cairo 1881). Entró a formar parte del museo del Louvre en 1849 y en 1850 fue enviado a Egipto con la misión de buscar manuscritos coptos; en realidad, se dedicó a practicar excavaciones que obtuvieron un resonante éxito en Europa por el descubrimiento (1851) del Serapeum De Menfis.
El SerapeumEl Serapeum era la necrópolis de los bueyes Apis, que, según se creía, se convertían en Osiris después de muertos. El Serapeum de Menfis, el más célebre de Egipto, fue utilizado a partir de la dinastía XVIII y quizá antes. Se llegaba a él por una larguísima avenida rodeada de esfinges. Una rampa y varias escaleras conducían hasta unas galerías subterráneas a más de 12 metros bajo el suelo, donde se hallaban los sarcófagos de los animales sagrados; allí se encontraron numerosas estelas que han proporcionado datos para la cronología de los faraones de la época tardía y sobre el culto a los Apis, así como joyas que se encuentran en el museo del Louvre. |
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Mapa del Serapeum procedente de un libro de Mariette |
En 1858 Mariette fue nombrado director de antigüedades por el jedive Abbas, e inició una intensa campaña de descombro y protección de los monumentos de Egipto y Nubia. Con los artículos obtenidos, fundó en Bulaq un museo que fue el núcleo del actual museo de El Cairo. Sus obras principales son: El Serapeum de Menfis (1857-1864), Abydos (1870-1879), Los papiros egipcios del museo de Bulaq (1871-1873), Dandara (1873-1875), Karnak (1875), Dayr al Bahari (1876), Las mastabas del imperio antiguo (publicado después de la muerte del autor por G. Maspéro eminente egiptólogo francés quien le sucedió en la dirección del museo de Bulaq y en la de las excavaciones en Egipto ).
La estatua de Auguste Mariette se halla en el jardín del museo egipcio de El Cairo. Los egipcios, agradecidos al famoso investigador, sepultaron su cadáver en un sarcófago de mármol que en nada tenía que envidiar al de un faraón. Desde entonces, es costumbre que al frente del Museo se halle un egiptólogo francés.
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Bibliografía Arte y civilización de Egipto. K.Michalowski. Ed. Gustavo Gili S.A. Barcelona 1977
Egipto Antiguo. Lionel Casson. Ed.Time-Life Internacional EE.UU. 1971