3.- LOS BANQUETES DE LOS RICOS

Mención aparte merecería la representación o plasmación de banquetes y festines, pero el carácter religioso de la pintura de esta época nos conduce a vislumbrar algunas costumbres a través de cuadros de iconografía religiosa. En este sentido podemos destacar dos obras de Murillo: "Las bodas de Caná" y "Los placeres del hijo pródigo".

En "Las bodas de Caná" (óleo sobre lienzo,1650. Barber Institute of Fine Arts, Birmingham), ante un fondo urbano insinuado y desdibujado por la cantidad de personajes que asisten a la conversión del agua en vino, se advierte el lujo de la mesa con suculentos postres del siglo, lo mismo que los novios y los personajes invitados a la boda cuya lujosa indumentaria contrasta con la sobria túnica de Cristo. El ambiente de festín que nos muestra resulta profano para el tema pero nos refleja sin duda el de los banquetes de la clase alta de la época.

 

En el cuadro "El hijo pródigo hace vida disoluta" o "Los placeres del hijo pródigo" (óleo sobre lienzo. Blessington, Beit) se nos muestra en un lujoso pórtico una escena de crónica mundana: el hijo pródigo sentado a la mesa bien provista de variados manjares y bebidas, acompañado de dos cortesanas, dos servidores y un músico, a lo que hemos de añadir el detalle del perro que recoge, bajo la mesa, las migajas.

El color, el ambiente, el lujo, la música…todo nos habla de los placeres vividos por los ricos del reino.  

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