LA REPRESENTACIÓN NATURALISTA Y LA REPRESENTACIÓN ESTEREOTIPADA


José Antonio Ferrero Ferrero
Profesor de Dibujo y Educación Plástica y Visual
I. E. S. "LEOPOLDO CANO". VALLADOLID


"Ese esquematismo de nuestra razón al enfrentrarse con los fenómenos, es un arte escondido en las honduras del alma humana, cuyo verdadero modo de operar difícilmente arrancaremos jamás a la naturaleza"
I. Kant.

Índice

Introducción

Naturaleza y
estereotipo

Forma y
propósito

Conclusión

Bibliografía y
enlaces

1.- Introducción.

Cuando nos acercamos a la cultura de Egipto no se suele tener conciencia de la cantidad de acontecimientos y hechos que agrupa, lo cual no quiere decir que no se sepa. En el Museo del Cairo o en las salas sobre Egipto del Louvre o del British Museum nos encontramos con objetos producidos a lo largo de 2500 años. Todo este tiempo queda comprimido y condensado en una visita de horas y, sin embargo, el conjunto resulta coherente y hasta cierto punto homogéneo para los visitantes no especialistas.

Las imágenes que encontramos ya no nos sorprenden, puesto que actualmente el acceso queda facilitado por su difusión, tanto en publicaciones convencionales como en diapositivas, videos o a través de los museos virtuales.

De todo el conjunto de objetos: cerámicas, paletas votivas, pinturas murales, esculturas y edificaciones, resulta llamativo el patrón de representación de la figura humana y su tipo de escritura.

El hombre, a lo largo de las culturas de los distintos pueblos, ha pretendido registrar los elementos del entorno con una finalidad práctica o con una finalidad mágica.

En el estudio de la representación encontraremos dos tendencias básicas:

  1. Formas simples, abstractas, con un grado de iconicidad bajo.
  2. Formas complejas, naturalismo, con un grado de iconicidad alto.

 

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2.- La naturaleza y el estereotipo.

La imagen en la cultura del Antiguo Egipto toma la tendencia de la abstracción y formas simples; lo cual nos lleva al estereotipo. Si pretendiéramos realizar una escritura jeroglífica con imágenes naturalistas, nos encontraríamos con una tarea ardua y poco práctica. Estaríamos en la misma situación si la intención fuera con la finalidad decorativa.

Sólo tenemos que observar un manual de estilos de decoración, de arquitectura, de animales o de plantas para ver que las representaciones allí plasmadas no son fotografías, cuya reproducción es fácil actualmente, sino dibujos esquemáticos, con las características esenciales, desponjándolos de lo accesorio. Una imagen didáctica debe tener un grado de iconicidad limitado

En el estudio de la representación, la tendencia a construir formas simples sólo requiere atención como fondo de su modificación. Los dispositivos de encuadre y vinculación tienden a ser geométricos y los motivos de relleno son de representación. Incluso los motivos ornamentales no están libres de elementos representativos y la introducción de significados plantea un conjunto de problemas de percepción. Ver una línea como agua, montañas o como una cinta ondulante, podría ser descrito como reificación: verla como una serpiente viva, como animación. Uno y otro proceso pueden dotarnos de una nueva clase de presencia e incluso de un halo de espacio. Depende tanto de la parte del espectador como del deseo del artista para retratar la realidad.

La figura humana representada en forma escultórica o altorrelieve no parece presentar dificultad, observando que la realización de las cabezas ofrece un análisis muy sutil de los volúmenes. Incorporan el esquema de la pose, común a las representaciones murales, pero éstas difieren en que la figura humana queda distorsionada por movimientos imposibles de coordinar de pies, piernas, cadera, torso, brazos y cabeza. También nos encontramos con figuras realizando tareas agrícolas o domesticas, en las que la coordinación de las distintas partes del cuerpo es acorde con la posición de perfil.

Las pinturas murales nos informan de que el artista egipcio era capaz de representar animales y plantas con un registro muy naturalista.

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3.- Forma y propósito.

¿Quién no se ha hecho alguna vez esta pregunta: No sabían o no podían representar los elementos de otra manera?

El concepto de que la forma sigue a la función ofrece una directriz para todo el proceso de la imagen. Tuvo que haber observadores agudos entre los egipcios, pero la observación se hace con algún fin. El egipcio aguzó los ojos para distinguir los perfiles de nubios e hititas, sabía caracterizar peces y flores, pero no tenia razón alguna para observar lo que nadie le pedía que representara. En algunos murales vemos figuras representadas enteramente de perfil, sin distorsiones. Son figuras humanas, de menor tamaño y sin adornos, pero se advierte que de rango inferior.

En las inscripciones jeroglíficas de las pirámides, se evitan o abrevian todos los signos formados por imágenes de animales nocivos: se deja al escorpión sin su cola, se corta al león en dos mitades.

El pintor egipcio distinguía entre un moreno oscuro para las pieles de los hombres y un amarillo claro para las de la mujer. Es evidente que la tonalidad de la carne de la persona representada importaba tan poco como al cartógrafo el color real de un río. Precisamente por esta razón, no parece que pueda ser clarificador análisis de un estilo en los términos de "saber" frente a "ver" o de "táctil" frente a "óptico". Está claro que el arte egipcio se había adaptado desde antiguo a la función de retratar, de presentar información visual y recordatorios de campañas y ceremonias. Siempre que interesa la diferencia entre especies, el esquema se modifica para admitir la distinción.

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4.- Conclusión

El carácter de las llamadas "escenas de la vida cotidiana" reflejadas en las paredes de las tumbas es pictográfico: tenemos que leerlas: La cosecha implica el arar, el sembrar y el segar. La sucesión de éstas es puramente conceptual, no nos informa de cuándo, dónde y cómo ocurren.

Cuando nos enfrentamos a los relieves y pinturas egipcias, lo hacemos con la derivación mental de la cultura griega. Miramos las imágenes como si fueran fotografías o ilustraciones y las interpretamos como reflejo de una realidad efectiva o imaginaria. Donde creemos ver una pintura del dueño de la tumba visitando a los campesinos de su finca, el egipcio podía pretender con los diagramas establecer una poderosa presencia del muerto vigilando el trabajo o continuando con la labor que hacia en vida.

Sabemos de tensiones causadas por la fe en la potencia de los símbolos en los dominios del lenguaje, de la escritura y de las imágenes. Es peligroso confundir la manera de cómo se dibuja una cosa con la manera en que se la ve. Reproducir las figuras más elementales constituye un proceso que por su parte no tiene nada de simple. Cuando observamos una imagen, nos resulta difícil discernir si la finalidad del autor era retratar, si la imagen estereotipada resultaba de su incapacidad, o si obedecía a unos convencionalismos impuestos.

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5.- Bibliografía

Gombrich, E. H.; Arte e Ilusión. Editorial GG. Barcelona 1.979

Gombrich, E. H.; El Sentido del Orden. Editorial GG. Barcelona 1.980

Enciclopedia Historia del Arte. Salvat Editores. Barcelona 1.973

Enciclopedia de los museos. Museo Egipcio. Editorial Argos Vergara, S.A. Barcelona

Algunas conexiones:

http://www.british-museum.ac.uk/EA.html

http://mistral.culture.fr/louvre/espanol.htm

http://www.geocities.com/Athens/Delphi/5230/index.html

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